jueves, 6 de octubre de 2011

Tras una cortina de humo

Encenderé mi cigarro, tranquilamente, aspiraré el humo, sé que es malo ¿Y qué? Es mi problema.

Lo expulsaré lentamente, con una respiración pausada y relajada, repetiré esto hasta que el cigarro se consuma.

Y entonces ¿Qué?

Encenderé otro, y otro más hasta acabar con todos.

¿Por qué lo hago?

Porque es lo único que consigue relajarme y distraerme de un mundo que no tiene ningún sentido.

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